viernes, 13 de mayo de 2016

El silencio de mi confesión.

Querido Ariel:
                    Seguro te preguntarás por qué no fui capaz de encararte y conocerte formalmente, frente a frente. Me disculpo por eso, pero tengo mis razones. Pero créeme cuando te digo que seguramente era la más ansiosa en conocerte. Y no te puedo mentir que esperaba con impaciencia tus notas cada vez que me tocaba crear una actitud.
                     Al principio lo hacía para divertirme y pasar tiempo con mis primas que de seguro ya conociste. Era mi escape del infierno que debo sufrir cada día de mi vida. Pero cuando llegó tu primera nota, mi objetivo ya era otro. Me empezaste a interesar de la manera más loca hasta el punto de sentarme cerca de mi ventana y observar los rieles antes de dormir. 
                      Pero conocerte no está en los planes de mi situación. Seré directa, mi columna vertebral no está en su mejor momento, eso es lo que dice mi mamá. No diré más, ya que el resultado no puede ser del mejor. Ya no jugaré más porque me entristeceré sabiendo que vos eras mi objetivo y y a no quiero que lo seas. Me hubiera gustado ser tu amiga, pero no soy tan egoísta como para arriesgar nuestra relación por mi problema. Gracias por el halago en la primera nota, me hubiera gustado decírtelo. 
                       Hasta siempre, 
                                         Leticia 

No hay comentarios:

Publicar un comentario